martes, 22 de enero de 2019

LA VENDA DE CUPIDO


¿Qué capricho del destino regaló un arco de oro a un niño que, incapaz de guiarse por la razón, juega de forma indiscriminada con dos metales sembrando amores traviesos y perniciosos olvidos? ¿Qué gran poder le fue concedido a Cupido para que su hermano no consiguiera paliar los desastres que va esparciendo y Júpiter, su perseguidor más furibundo, mordido quizás por una de las fortuitas saetas, le otorgara el divino perdón durante aquel convite de bodas? ¿Qué maternal frenesí llevó a Venus a dejar desprotegido al mundo del peligro de los dardos arrojados por un chiquillo antojadizo y medio ciego?

El caso es que ese pequeño tirano nos maneja a su antojo, sin arrepentimiento, sin culpa, él dispara y abre heridas, después nosotros y el tiempo seremos los encargados de curarlas. Aunque creo que sus lanzamientos no son todo lo aleatorios que parecen pues consigue ablandar el corazón de los temibles o darles a tomar a los arrogantes su propio veneno; tal vez la venda de Cupido no sea tan tupida como aparenta, quizás vea mucho mejor que nosotros y conozca bien lo que hace y por qué lo hace; ya se sabe que los niños siempre dicen la verdad, para quitarles esa terrible manía inventaron las escuelas pero, por fortuna, los dioses no van a clase.